jueves, 4 de febrero de 2010

NUDOS DE BUFANDA


Al fin...
Me prescribiré sin receta, hoy puedo salirme rentable.
Se acabó el papeleo y se acabó el trámite de mí con el resto.
No soy un producto conspicuo, pero me diseñé para un día ser capaz de admirarme, de elegirme. ¿Por qué no?, de entre todos, no sería tú, ni un reflejo de tí, o peor, un espejo imperfecto de mí.
Ahora soy mucho más de lo que dice el cómputo de lo que fuí y de lo que creían que era.
Caminé contra la rotación natural para evitar la noche y el amanecer acabó abrasándome los pies. Es lo que tiene ir contra la lógica, andar descalzo y que el mundo sea redondo.

Todo cambió. Frené la inercia normal, la tendencia pendular preestablecida y acogí la ablución inminente.
Dejé de contradecir para poder pensar, siéndome hombre, siéndome justo.
Me había empeñado en evitar lo que no quería querer y no en lograr lo que quería querer. Parecía igual, pero no lo era.
No sale tan caro compartirse uno mismo cuando hacemos que la tierra deje de girar,
atamos el columpio al árbol y elegimos cúal debe ser el movimiento siguiente: -hacia delante, hacia atrás-, armónico el resultado arqueado de mis piernas ahora.
La sinfonía equilibrada se autocrea en el pentagrama de mis rodillas, vira el sentido de un nuevo ciclo.

Hay medias con carreras perfectas y hay prisiones con nudos de bufanda,
también palabras más estrechas que la separación entre los pilares que sujetan todo lo que existe,
de lo que es bueno y es malo, de lo que parece serlo y de lo que yo mismo considero recto o torcido.
No se declina la balanza porque me sitúo en el mismo centro del todo.
- Hoy es el día, hoy es el instante- y no es que esté en él, sino que lo he creado yo.



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